te comento, que en tu última llamada utilizas el término “salpicón” un par de veces, y la palabra me queda rebotando con la gracia de la traída al presente; como “copetín”; palabras que me suenan a piringundín arrabalero, a tango, a cierto aire de orgullosa pobreza, al rescate y sublimación de lo que resta del día (como la película), para disfrazarlo en otro escenario y con otro guión.

y me decís que no recordás de haber utilizado esa palabra; que la conexión con la misma, para ti, viene con el comentario de tus mayores acerca de que “jamás se te ocurra pedir en un restaurante Salpicón de Ave” (mucho eufemismo para el término), porque seguramente va a estar confeccionado con sobras de los comensales; y te digo que la retengo, quizás, por mi deformación profesional y que tal vez lo hayas hecho de manera tan metafórica, -exactamente dos veces-, porque así son las palabras y así es el destino cuando quiere hacernos ver lo de siempre: que todo, absolutamente todo, se encuentra vinculado.

hoy hablamos nuevamente, acerca de la construcción de este Babel de recuerdos, tratando de encontrar un hilo conductor y te dije que me aguantaras unos minutos mientras terminaba de armar un puchero.

quizás el preámbulo de tu esquema metafórico haya servido para el desarrollo de este ensayo que tiene de actor secundario al puchero y como protagonista al “secundón” del Salpicón.

hace un par de años me referí a él en un recuerdo y recreación que hice al respecto,  y hoy lo retomo y te soy absolutamente sincero que no existe nada programado al respecto, y eso me maravilla y me asusta al mismo tiempo, porque me doy cuenta que somos (soy) tan susceptible a las palabras, que terminan, como en este caso, conduciéndome por caminos que no me imaginaba iba a recorrer.

y disfrutamos el puchero, vaya que lo hicimos, porque el sólo comentario al entrar a mi casa una amiga de: ah,… me hace acordar al olor de los lunes en mi casa de la infancia…, me reconforta, pero todavía me siento disfrutando el proyecto de recrear un salpicón y una taza de la sopa, como síntesis de lo que fue y homenaje no sólo a la memoria, a los vínculos, a las emociones y al privilegio de rescatar afectos a través del acto creativo.

gracias Mariana…

y ahí yace, circunscripto en diferentes escenarios, maquillado distinto, pero conservando la esencia de su pasado: utilizando dos tipos de calabazas y plátanos a los que corté longitudinalmente y freírlos, para hacer aros con ellos; horneando las calabazas para luego ahuecarlas y confeccionar la mezcla (carnes de res, pollo y chorizo, zanahorias, boniatos y lo que extraje de las calabazas) a la que agregué pistachos tostados, piña cortada en cubos y utilicé Yuzu para citrificar la mayonesa.

por último, la recreación de la sopa, decantada en el rescate del caldo puro, como esencia, con una esfera  de pomada de calabaza, crema de leche y coriandro, descansando en una teja de  queso Parmesano, para que el comensal le vierta el caldo humeante y al disolver los ingredientes, fusione los sabores.

y me tranquilizo,… por un rato…

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I tell you, that in your last call you use the term "salpicón" a couple of times, and the word bounces me with the grace of the one brought to the present; "copetín"; words that sound to me of arrabalero piringundín, tango, a certain air of proud poverty, to the rescue and sublimation of what remains of the day (like the film), to disguise it on another stage and with another script.
and you tell me that you don't remember using that word, that the connection with it for you comes with the comment of your elders about "never think to ask in a restaurant Salpicón de Ave" (a lot of euphemism for the term), because surely it will be confeming rationed with leftovers from diners; and I tell you that I keep it, perhaps, because of my professional deformation and that maybe you have done it in such a metaphorical way, - exactly twice - because that's the way words are and that's fate when you want to make us see the usual: that everything, absolutely everything , is linked.
today we talked again, about the construction of this Babel of memories, trying to find a common thread and I told you to hold me for a few minutes while I was finishing making a pout.
perhaps the preamble to your metaphorical scheme has served the development of this essay that has as a secondary actor to the pout and as the protagonist to the "secondary" of the Salpicón.
a couple of years ago I referred to him in a memory and recreation that I did about it, and today I take it back and I'm absolutely honest that there is nothing programmed about it, and that amazes me and scares me at the same time, because I realize that I am (I am) so susceptible to the words, which end, as in this case, driving me on roads I didn't imagine I was going to go.
and we enjoyed the pout, well we did, because the only comment when a friend of: ah,... makes me remember the smell of Mondays in my childhood home..., comforts me, but I still feel myself enjoying the project of recreating a splash and a cup of soup, as a synthesis of what it was and homage not only to memory , to the bonds, to emotions and the privilege of rescuing affections through the creative act.
thank you Mariana...
and there lies, circumscribed in different scenarios, make-up different, but retaining the essence of its past: using two types of pumpkins and bananas to which I cut longitudinally and fry them, to make hoops with them; baking the pumpkins and then hollowing them out and making the mixture (beef, chicken and chorizo, carrots, sweet potatoes and what I extracted from the pumpkins) to which I added roasted pistachios, diced pineapple and used Yuzu to citrify mayonnaise.
Finally, the recreation of the soup, decanted in the rescue of the pure broth, as essence, with a sphere of pumpkin ointment, cream of milk and coriander, resting on a shred of Parmesan cheese, so that the diner pours the steaming broth and dissolves the ingredients, fuse the flavors.
And I'm calmed down,... for a while...
in Miami, August 22, 2019