Trapitos al sol

trapitos al sol, ropa tendida… vivo en un barrio donde habita gente que ha emigrado de muchos lugares, entre ellos de la India.

 

las mujeres cuelgan sus saris, con sus maravillosos colores, en los balcones; y muchas veces esa imagen me recuerda el final de El Color Púrpura, con el ondeado al viento de las telas en ese reencuentro tan emotivo de una familia separada.

 

las imágenes vienen desde lo externo y se ponen de acuerdo dentro de uno, muchas veces conspirando contra la voluntad de ser llevadas por un camino, porque al final de cuentas termina siendo en ese espacio íntimo donde se confabulan para armar toda una historia que las hermana, que las amalgama y hace que lo que parece una disparatada tarea de comunión, culmine como la epopeya de la fundamentación de un proceso muy personal que luce hasta casi coherente.

 

eso me pasa en este mismo momento, con los tallarines que pongo a secar antes de su zambullida en la burbujeante agua salada, cuando me choco con con la imagen del viento moviendo esas telas, que al secarse, se mueven al compás que él les dicta, igual que el agua que terminará sacando de su rigidez, la pasta que también jugará el rol danzante que el fuego estimule al medio líquido a manera de música, para dejarse llevar por la cadencia de aquél.

 

música, viento, fuego, agua, trapos tendidos, saris y finalmente la pasta que espera para ser cocinada, se combinan aquí y ahora, para decirme que son ellas y sólo ellas, las que rigen mi psiquis, mi mundo interno, engatusándome con que solamente ésto es el principio de una verdad mucho más profunda que me será develada, siempre y cuando me rinda a sus cantos de sirena.

 

y no me queda otra…