El Albun

Resulta que me encuentro nuevamente con un álbum muy viejo de fotos (*) que, en su potencialidad; me invita a interactuar con él, como las 2 veces anteriores: 
la primera, utilizando parte de su formato, para recrear un cuento que nos hacía mi padre, El Chicle Globero, (de repente históricamente ahí nace mi vocación de transformar las cosas) y que contaba a mis hijas fusionando con el cuento de Caperucita Roja y otros más, ilustrándolo y dejándolo abierto para que ellas, en el momento que lo decidieran, pudieran continuarlo con su aporte y sus dibujos.
El segundo encuentro, fue a propósito de una experiencia en Uruguay, donde participamos un grupo de personas que desde la perspectiva del lenguaje propio, pudiera contar algo acerca del fenómeno migratorio en el Río de la Plata (la muestra se llamó Ancestros y se exhibió en Montevideo - Alianza Francesa, 2011) y mi aporte se enfocó en el medio camino: la necesidad de esa búsqueda que tenemos, para conectarnos con nuestra raíces. 
Ahora bien; por tercera vez me encuentro con el mismo en la no gratificante tarea de arreglar un cuarto: escondido, expectante… saltándome a la vista, donde me atrapan nuevamente desde su tapa, sus páginas, sus texturas y hasta, por supuesto, sus enigmáticos retratos.
El chispazo creativo salta donde uno menos lo imagina.
Siento que tengo la necesidad, a través de él, como medio expresivo, -muy en la cáscara del análisis-, de ensamblar arte y gastronomía que coexistan con pensamientos y escritos que he volcado en las redes todos estos tiempos, y en lo profundo del análisis, una avenida que me dé -de alguna manera- respuestas a las tantas preguntas de mi vida.
Ahora bien: el entusiasmo y ansiedad que me provoca enfrentarme a tal desafío, me obliga a establecer una metodología de trabajo que pasa por la selección y orden de los retratos, el ensamble con trabajos de arte y gastronomía en su edición y el acompasado con los textos que pretendo maridar.
El trabajo es virtual y pretendo ir subiéndolo a las redes a medida que vaya progresando porque no sé por cuánto tiempo para mí, va a estar abierto (y en realidad poco me preocupa al respecto, mientras me sienta motivado para hacerlo y encuentre fecundidad en su inspiración).
De lo que se trata, al final del camino, es de ser feliz con lo que se hace y estos retratos contenidos en el álbum, lo consiguen de manera más que suficiente.

(*) Debo aclarar que el álbum de fotos no es familiar, sino que llega a mis manos de manera accidental, en tiempos en que todo se desecha...

Mario Marinoni
abril 2019