El Miedo

... y ahí está, como siempre, agazapado; disfrazado de mil maneras; camaleón; esperando,
en el momento justo de las decisiones; a la hora de tomar partido por lo que sentimos que es lo correcto.
Y nos retuerce, nos arranca del camino, nos quita el impulso de ser nosotros mismos; nos neutraliza, saliéndose con la suya.
Patrón permanente de la neutralización, nos machaca bien profundo (como la sistemática gota que cae en la cabeza) hasta desviarnos del camino.
Ladrón de sueños; pesadilla; sudor frío; ajenjo.
Pasta de inercia palpitante, que nos confunde, en los sueños de los cuentos de Kafka, Poe, Baudelaire y tantos mas; sueños que quedan grabados en los recónditos escondrijos de la mente y que afloran de mil maneras; en los momentos más inoportunos; cuando menos queremos verlos.
Crecimos y estamos educados para el miedo; para la cobardía; y caemos en la complacencia, en el regodeo de la no sinceridad; en la hipocresía, sin darnos cuenta que la rueda gira en contra de nuestros propios propósitos.
Cada uno sabe dónde le aprieta el calzado: juez y parte de nuestro propio juicio a la hora de enfrentar sinceramente los avatares de la vida.
Lo que nos toca ver es hasta qué punto somos capaces de llegar  al fondo de nosotros mismos.
Por ahí sigo buscando.