Si no yo, ... quién

Si no yo..., quien?
Si no ahora, ...
entonces, cuando?

 

Simultáneamente a una experiencia que tuve el privilegio de participar en Uruguay acerca del fenómeno de las corrientes migratorias y los ancestros, estaba trabajando casi en el proceso final aqui, en Miami, de una muestra interdisciplinaria de video, música y mi trabajo de instalaciones y pintura. En la misma, participaban, además,  Federico Britos (con su aporte de música) y Gabriel Orenstein (video imagen).

En el intercambio que se establecía con el grupo de la experiencia de Ancestros, a propósito de la que estaba llevando en Miami, que se llamaba “Trilogía: Imagen y Sonido”, se me pretendió dar una lección de humildad por parte de uno de los integrantes del grupo (de Ancestros), a propósito de mi autodenominación de “artista”, argumentando que esa palabra era demasiado grandilocuente, prefiriendo –en su caso- utilizar el término de “creador” (a lo que yo pensé enseguida: …del cielo y de la tierra, será?, qué será más grandilocuente, si empezamos a hilar fino), lo que me dejó pensando y masticando una serie de conceptos que trataré de entretejer, si se me permite el término, a los efectos de encontrar respuestas a algunas de las interrogantes que me vengo planteando.

Me gusta el concepto que maneja Daniel Rodriguez de Almeida, sustentado por Gumberg, acerca de que no existe el arte, sino artistas que se expresan y manejan el lenguaje propio y que las circunstancias, con el tiempo, haran que ese lenguaje trascienda, o no.

Comencé copiando obra de artistas consagrados que me emocionaban y que de alguna manera me hicieran sentir lo mismo que –pensaba yo- habrían sentido ellos a la hora de la elaboración de la propia obra.

Más tarde, cuando comenzó mi peregrinación por la vida de los talleres, mi ansiedad estaba basada, primero, en encontrar técnica y luego, lo más complicado: qué decir con las herramientas en mano.

Así llego a la primera de mis respuestas acerca de porqué me niego a concurrir a los espacios e instancias donde se conglomeran las “vanguardias” y los fenómenos de creación contemporánea: quiero estar solo, en mi proceso, tratando de llegar a mis conclusiones estéticas y filosóficas, sin que nada me distraiga; sin importarme si en lo que estoy trabajando, bendita sea mi estampa (dijera mi padre), ya alguien lo ha hecho y, como en el caso de la emocion que senti al entrar en un museo de Houston, llevado por mi amigo Ruben Bello,  al presentarme una sala de artistas surrealistas, donde se encontraban muchos de los objetos que coleccionaban y que servían de fuente inspiradora para sus trabajos: la misma vivencia que habia tenido en mi  trabajo.  Fue tan emocionante esa experiencias  más que nada por el hecho de sentir la sensación de pertenencia a un grupo que de antemano no me había preocupado de adherir.

“Si no yo… entonces quién”

“Si no ahora… entonces cuándo”

Este es el título de una obra que realicé hace unos años, y alude a las postergaciones que permitimos que nos impongan para relegarnos indefinidamente, sin llegar a ahondar en la intencionalidad de tales postergamientos.

Le agregaría el famoso “calladito se ve mas bonito”, para que también nadie se tome el trabajo de recepcionar lo que uno trata de decir, para evitar arriesgar opinión al respecto.

Lo de “si no yo…” y “calladito…” es porque si estamos tratando de exprimirnos el cerebro para “decir” lo que pensamos, o más bien, tratar de encontrar respuestas a nuestras interrogantes, a través del lenguaje que utilizamos,  no nos queda más remedio que  explayarnos al respecto.

Es cierto que debe imperar el equilibrio en todos los órdenes de la vida: debemos de ser sobrios, profundos y contundentes, pero para lograr esas metas a la hora de exponer nuestro pensamiento, deberíamos ser poetas para manejar símbolos (y de hecho, lo estamos haciendo); más bien símbolos de símbolos, para ser más concisos.

Me declaro impotente, y prefiero, en la búsqueda de mis respuestas, ser calificado de desprolijo, que callarme, y seguir definiendome como “artista”, sin intencionalidad de agregarle glamour ni plastificante al sustantivo.

Con todas las letras…