sep.. 16, 2016

Caballito Basculante...

Estar adentro y afuera del mundo que uno crea, teniendo conciencia de ese estado, casi es como sentirse Dios del propio universo. Quizas por allí es es que esa omnipresencia me permite entender desde el micromundo, algunas cosas del macro.

“Caballito Basculante Solicitando Autorización a Torre de Control, Para Iniciar Vuelo de Despedida”, es el título de una instalación que también realicé hace varios anos atrás, donde junté dos cajones de un mueble antiguo por medio de unas visagras, convirtiéndolos en una caja, que en la parte exterior, tenía pintada la iconografía del protagonista del relato que estaba realizando en la obra.

El tema de la misma era homenajear una pieza que habia utilizado durante mucho tiempo, como modelo de muchas de mis trabajos: el típico caballito de Madera que oscila sobre dos arcos y que se ha convertido en símbolo lúdico de la ninez. 

Al homenajearlo, también, estaba sacandolo del rol de “modelo”, para instalarlo (literalmente), de forma definitiva, en la obra.

Ahora bien; de qué manera podría yo testimoniar un homenaje al objeto que tantas veces me había ayudado a encontrar el camino de planteamientos tanto estéticos como filosóficos?: vuelvo al principio; oscilando entre el adentro y afuera de mi propio mundo: creando una atmósfera tal, que ahora me doy cuenta que es casi como aquella imagen reflejada entre dos espejos, que se pierde en el infinito; una mirada a mi propio interior.

La anécdota está planteada, al abrir la caja, en dos planos que se unen por una pista de aeropuerto que se pierde en el horizonte, bordeada de lucecitas (reales) que se encienden y que en la “torre de control” se encuentra el personaje obeso que he utilizado también en casi toda mi obra, levantando unas banderas a manera de “autorización” para que el caballito se vaya acomodando para despegar en el último vuelo  de su rol de modelo, para “inmortalilzarse” en la propia obra.

Para mí, este ha sido un trabajo absolutamente emotivo, porque de alguna manera, me ha permitido reivindicarme conmigo mismo frente a unos cuantos fantasmas (no todos)  que me han perseguido a lo largo de mi vida.